La primera vez. ¿Por qué no es buena idea dejar a un lado tu primera guitarra?
Hay algo mágico a la hora de comprar una guitarra, sea nueva, usada, por internet o por una tienda. Siempre he sido partidario de que una de las sensaciones más grandiosas de la vida está en abrir o recibir algo nuevo, aplicable a casi cualquier cosa sea un instrumento, un pedal, cuerdas, o lo que sea. Realmente hay una sensación de satisfacción muy grande en poder ver el resultado de tu trabajo, y de cómo tu dinero bien ganado trae resultados. Caramba, para mi es tan emocionante que a veces compro una tontería como un bolígrafo o un cuaderno nuevo, y paso todo el regreso a casa queriendo usarlo ya. Sin duda alguna “tener cosas nuevas” es grandioso.
Dicen por ahí que “cuando hay santos nuevos, a los viejos no se les reza” -o algo así, realmente no conozco mucho los dichos de tías y abuela, así que si la cita está mala, ya sabes por qué es, y no es muy mentira la cosa (por eso los dichos se mantienen al pasar el tiempo, porque siempre tienen razón. Sabias, las abuelas, muy sabias). Piensa en la última vez que tuviste un instrumento nuevo y seguro podrás hacer memoria de ese par de semanas, o meses, que pasaste sin tocar el instrumento anterior. Eso pasa; sin embargo creo que hay una magia especial en lo que a primer instrumento se refiere, que quiero que conversemos un poco sobre eso para que, ojalá, no cometas los mismos errores que yo.
Cuando hablamos de la primera guitarra, tendemos a recordar ese instrumento con una especie de sensación de relación amor/odio. ¿Cómo no va a ser así? Probablemente no estaba bien calibrado el instrumento, probablemente rompiste más cuerdas mi agudas de las que recuerdas, o quizás tenía unos micrófonos de cuestionable calidad, que no hacían que sonaras como tus héroes, por más que lo intentaras. Cristo, de tan solo pensar en esas cosas, y lo alta que tenía la acción mi primera guitarra, casi provoca viajar en el tiempo y calibrarla mientras mi yo-joven duerme, para que no sufra más ese horror. ¿Cómo no recordar nuestro primer instrumentos con ojos de casi-vergüenza, si ahora, que tenemos una guitarra competente y sabemos de gear, nos provoca es casi esconder la existencia de esa guitarra por completo.
¿No?
Creo que no.
Realmente creo que las guitarras starter tienen un propósito que va más allá de simplemente servir de entrada apropiada -económicamente hablando- para aquellos que decidimos aventurarnos con el instrumento. Sí, está bien que existan alternativas baratas para algo que nadie realmente sabe que, años después, se convertirá en más que un hobby. Nadie compra un instrumento por primera vez pensando “esto es lo que haré toda mi vida” o “quedaré completamente obsesionado por el mundo de los equipos musicales gracias a esta Aria Pro”, por lo que tener opciones de costos menores sí tiene todo el sentido del mundo. Imagínate que a tu sobrino le dieran como primera guitarra una Fender Americana, y entenderás un poco lo que trato de decir, pero ese no es el punto.
Creo realmente que la primera guitarra está ahí para no solo iniciarnos en el mundo tan interesante que es el gear -tan interesante que para mi es un trabajo aparte de mi trabajo que me da de comer. A ese nivel, tan poderoso, estoy obsesionado con estas cosas-, ni para ayudar a saber si realmente nos apasiona o no el hacer música. Creo también que el primer instrumento existe para generarnos criterio, para enseñarnos muchas cosas, y para ir aprendiendo no solo escalas, sino también funcionamiento, características, para formarnos y aventurarnos a conocer, y luego, quien sabe, a hacer perfecto lo que inició como “háganlo barato, así no sea muy bueno”.
Creo realmente que la primera guitarra, bajo, etc, es el arca que nos lleva a un viaje, y que muchos dejamos ahí cuando conseguimos un bote mejor, sin saber lo equivocados que estaremos más adelante, y lo mucho que nos hará falta y nos habrá enseñado esa balsa de calidad dudosa.
Si eres de los afortunados que todavía tienen su primera guitarra, agárrala, búscala, tenla en tus manos, y date cuenta que puedes aún aprender mucho de ella. Date cuenta que puedes aprender a calibrar instrumentos, con ella. Date cuenta que puedes entender cómo funcionan los diferentes tipos de puente. Cómo afecta la altura de los micrófonos, o qué diferencia tiene un potenciómetro de 250k a uno de 500k en unos single coils. Experimenta y conecta las pastillas directo al jack y ve qué tan diferente suena si tienes o no un pot de tono. Cambia la cejilla, ponle una de hueso, y luego una de grafito. Aprende a hacer una. Aprende a setear la altura de la misma. Toca -con cuidado- el alma, y entiende cómo la curvatura del mástil afecta.
Rayamos tan solo la superficie de lo que podemos aprender de nuestro primer instrumento porque, apenas vemos que sabemos algo de Gear, queremos saltar a una mejor, con mejores partes, mejores maderas y demás y ¡con toda la razón! pero más adelante en el camino nos conseguimos que aún tiene mucho jugo para ser exprimido, y que realmente es un lugar bastante cómodo para volver y aprender de nuevo, como cuando aprendías a tocar tu primer tema en esa guitarra.
Yo, en lo personal, no recuerdo con claridad qué pasó con mi primera Phil Pro Stratocaster, y si bien no le di mucha importancia en su momento, ahora es algo que quisiera tener conmigo. Después de tener más de 30 guitarras, quisiera volver a tocar ese instrumento de calidad cuestionable, y hacerlo lo más perfecto posible y formarme en un poco de cosas que no sé con exactitud, utilizando “esa cosa” como plataforma.
Cierro con eso. Ve, búscala, si la tienes. Aún estás a tiempo.
Cuéntame en un comentario abajo, cuál fue tu primera guitarra y si la tienes aún, y qué piensas hacer con ella.
Si no, si eres como yo, bienvenido al club del despecho por el primer amor.
